#01_ Evermore: un álbum sobre la persona que fallamos en ser.
Un análisis de mi álbum favorito de Taylor Swift para inaugurar este espacio.
No podía no inaugurar este espacio de escritura sin hablar de Taylor Swift y más específicamente, mi álbum favorito de ella, evermore. En esta primera entrada de esta revista hecha por una chica para mis chicas (y chicos y chiques interesades, por supuesto) tengo una tesis que defender: evermore, para mí, es el álbum que habla sobre la persona que todas fallamos en ser. Vamos a ir canción por canción hasta alcanzar coney island, y si les gusta este formato, mi idea es hacer, eventualmente, una segunda parte con las canciones restantes.
Debo hacer dos advertencias primero sobre lo que están a punto de leer. La primera es que, van a notar que hablo en femenino, es decir voy a referirme a este espacio como un “nosotras” y quiero explicar porqué. Tengo la fortuna de estar en contacto y conocer a mi público lector y sé que la mayoría son mujeres. Me gusta visibilizar eso ya que no hay muchos lugares en que, aún si somos la vasta mayoría, se refieran a nosotras con la famosa y deseada “a”. Me parece necesario hacerlo y espero que entiendan y que sepan que, aún así, todes son bienvenides a leer y formar parte de este espacio. Y mi segunda advertencia, es que van a ver que una canción falta dentro de este análisis y es: no body, no crime. ¿Por qué no forma parte del análisis? Porque dentro de mi visión, es una canción que abre y cierra su propia historia. Todos los significados y referencias se encuentran ya dentro de la canción y me deja poco margen a mí para poder afirmar una tesis sobre ella.
¡Ahora sí! Sin más vueltas podemos adentrarnos en el mundo maravilloso de evermore.
Para iniciar con este análisis hay que hacerlo por el principio: por una de las mejores openers de la discografía entera de Taylor Swift; willow. Con un ritmo salido de una película mágica medieval, willow nos abre al mundo extraño y nuevo de evermore. Al contrario del pensamiento de muchos, yo no creo que evermore sea una continuación de folklore. En mi cabeza son dos mundos paralelos. Folklore sucede acá, en la tierra que todos habitamos y conocemos. La tierra en la que todas tuvimos diecisiete y la debilidad de cancelar un plan cada vez que esa persona llamaba. La tierra en la que tiramos monedas a la fuente, no nos ponemos perfume para que no permanezca en la piel de quien deseamos y sentimos que todo lo que hacemos es intentar. Sin embargo, evermore no es esta misma tierra. Evermore se parece a la laguna en la que todos los poetas van a morir, esa que menciona Taylor en the lakes que para mí, sirve como puente entre un mundo y el otro (pero eso es tema de otra entrada). Evermore se encarga de llevarnos a otra tierra: la tierra de lo desconocido, la tierra en la que crecen flores nunca antes vistas, dónde el roce de dos manos puede sacar chispas. Una tierra a la que se va solo cuando aprendemos a fallar. Por eso es que willow, es para mí, una canción que sirve como un ritual de iniciación. Nos invita a bailar, a entender su ritmo y a darnos cuenta que esto no es parecido a nada que haya hecho Taylor Swift antes.
Cuando sostengo que evermore es el álbum que trata sobre la persona que todas, en cierto punto y a nuestra propia manera (y me voy a expandir en esto más adelante), fallamos en ser, es willow la que me da la punta para tirar y armar esta teoría. Taylor Swift a lo largo de toda su discografía confiesa ser una persona que planea. Planea en sus inicios más rebeldes como en Picture To Burn, quemar la fotografía y si pudiera la vida entera de ese chico que le rompió el corazón. Insiste en You Belong With Me que la persona que le gusta debe estar con ella con puntos y razones como si fuera una presentación de Power Point. Y hasta en momentos más vulnerables como Almost do o Clean, ella tiene la narrativa de su propio dolor. Casi llama, pero se controla, no lo hace. Rompe el techo con sus gritos y la lluvia la empapa, pero es porque necesita limpiarse de ese sufrimiento que la mancha. Entonces, lo que llama mi atención sobre el inicio de este mundo otro en el cual nos introduce Taylor en evermore, es que en willow repite “I’m begging for you to take my hand, wreck my plans, that’s my man”. Hay algo que por primera vez Taylor o en este caso, cualquiera de nosotras las mortales, le pide a su amante: por favor, arruiná cada uno de mis planes.
De ahora en más voy a alejarme de la figura de Taylor ya que este no es necesariamente un análisis de ella como autora, sino de su obra y de cómo nos habla a nosotras, quienes nos sentimos unidas a este álbum aun si no sabemos en el fondo muy bien por qué.
Con esa advertencia hecha, continúo. Pedirle a otra persona que arruine tus planes es, para mi (luna en capricornio), el punto cúlmine del amor. ¿Pero por qué? Porque planeamos para no fallar (“If you fail to plan, you plan to fail”). Porque fallar es tal vez el miedo más grande de muchas y sin embargo lo que nos puede dar la llave para una vida que nos encaje mejor. Planeamos porque la posibilidad de fallar es paralizante: admitir que nos equivocamos, que no estuvimos a la altura, que no pudimos ser la persona que debíamos ser. Demostrar que no fuimos, no somos, ni seremos nunca, perfectas. Eso es lo que esconde planear. Entonces rogarle a alguien que arruine nuestros planes es no solo admitir que tenemos un millón de ellos sino confesar que estamos listas: por favor, desnudanos de los muros que construimos, despojanos de nuestra necesidad de ser perfectas, demostranos que sin todos esos planes somos mejores y sobre todo, podemos ser más felices. Así empiezo la tesis: willow nos dice que está bien fallar. Que para entrar al universo de evemore hay que aprender que nada va a salir exactamente como queremos y que tal vez esa sea la única manera de descubrir qué es lo que realmente deseamos. Willow nos pide a nosotras, lectoras y escuchantes, que arruinemos nuestros planes.
Y eso me lleva a tal vez una de las canciones que tiene la capacidad más clara de demostrar mi tesis. Mientras que willow termina repitiendo la afirmación “that’s my man”, champagne problems tiene de protagonista a una novia que deja caer no solo, la mano de la persona al bailar, sino también su corazón de cristal. Pensé por mucho tiempo porqué esta canción, de todo el álbum, es de las que más escuchas tiene aún cuando no fue un single y tampoco podemos poner todo su éxito en la espalda de los edits de Jo March y Laurie en TikTok (Mujercitas, 2019). Entonces cuando reflexiono sobre su éxito automáticamente se me viene a la cabeza la polémica frase: “she would’ve made such a lovely bride, what a shame she’s fucked in the head, they said”. Ahí es dónde se me vino a la cabeza el nombre de la publicación: la persona que fallamos en ser.
La persona que fallamos en ser nos atormenta a todas por igual. Porque aún si la mayoría de personas que escuchan champagne problems y lloran cada vez que Taylor canta ese verso nunca estuvieron ni cerca de estar comprometidas o de que alguien les proponga casamiento, lo que duele de ese verso son dos elementos principales. Si lo pensamos bien, la palabra “bride” es intercambiable: solo es parte del contexto de la canción pero para cada una de nosotras significa algo distinto. Simboliza una versión de mujer que fallamos en ser: la hija perfecta, la amiga leal, la novia amada, la estudiante diez, la trabajadora exitosa. Y hablo en femenino nuevamente porque el género de la palabra “bride” en inglés está reservado únicamente para la mujer mientras que para referirse al novio, se lo llama “groom”. Así que, el hecho de que esta persona sea una mujer, sin embargo, no me parece intercambiable, ya que históricamente el hecho de ser “mujer de alguien” siempre viene con una larga lista de expectativas interminables e inalcanzables para nosotras. Entonces el primer elemento se trata de eso: si no fuera por las peleas que cada una tiene que dar diariamente en su cabeza podríamos ser esa mujer que querríamos ser. Podría hasta llevarlo más lejos y ponerlo en contextos de sexualidad: “podría ser la mujer perfecta sino me gustaran otras mujeres”.
Por lo tanto el primer elemento que nos duele de esta canción es como la culpa de no ser todas estas versiones perfectas de nosotras las cargamos sobre la espalda. Nos responsabilizamos a nosotras, a nuestra capacidad y a nuestra mente por no habernos perfeccionado en el arte de ser intachables en cada área de nuestra vida. Y esto, va de la mano, con el segundo elemento que más duele. Aunque Taylor lo cante al pasar y quede eclipsado por la potencia de las anteriores palabras, lo que yo descubrí que es fundamental en el verso es el: “they said”. Esto está perfectamente explicado en Barbie (como casi toda la vida de cualquier mujer) cuando America Ferrera explica que existir para nosotras es un dilema largo, constante y eterno. Porque no podemos existir bajo nuestras propias condiciones. Porque ya interiorizamos el deseo de ser perfectas. Lo llevamos en el cuerpo, en la manera en la que nos hablamos, nos referimos a nosotras mismas y nos vinculamos con otres. Justamente porque es algo que está impuesto por la sociedad sobre nosotras desde el día que nacimos, no podemos librarnos así como así. Ellos dicen que debemos ser perfectas. Se lo debemos al mundo. Ese tal vez sea nuestro champagne problem.
Y evermore sabe complejizar este dilema de ser perfecto aún más porque la protagonista no solo rechaza a la persona que debería haber sido su marido, sino que tiene el tupé de enamorarse de lo que llamamos un “gold rush”. Gold rush, en mi cabeza y en esto podemos diferir, es sinónimo de exactamente la persona que nos decimos que no deberíamos enamorarnos. No porque sea mala para nosotras, sino porque nos representa un desafío: es la persona que de la que todos gustan, la persona perfecta que nosotras no podemos ser. Es el pelo cayendo como dominoés, los ojos como dos chispas de oro líquido, la sonrisa enorme, la personalidad carismática y el halo dorado rodeándoles. Tal vez la frase que va perfecto con mi tesis es la represión del deseo en “I can’t dare to dream about you anymore”. Lo que me llama la atención de cómo está formulado el verso es que no dice que no debería soñar más con esta persona o que no quiere: dice que no se atreve a soñar con ella. No se atreve a darle un espacio a este cosquilleo en el cuerpo, no se atreve a dejarse respirar en este deseo, no se atreve a admitirse que esta persona le gusta. Porque sería fallar a la persona que debería ser, de nuevo. Y es increíble cómo este álbum puede capturar el fallar de las formas más sentenciadoras como en la canción anterior, champagne problems, o de las maneras más cotidianas: pelear contra ese sentimiento irracional que es la atracción. Pelear contra el anhelo consumidor que es querer zambullirse en alguien que te frustra. Repetirle a tus amigas que esa persona no te gusta. Que jamás podría gustarte mientas les das todas las razones por las cuales sí, de hecho, te encanta. Cada vez que nos enamoramos, de alguna manera le fallamos a la persona que deberíamos ser. Y en esta canción y en sus tintineos dorados, podemos ver el lado positivo de esto: cuando nos enamoramos fallamos porque dejamos de ser perfectas, estoicas, sin la emoción que el mundo tacha como débil. Nos volvemos débiles, de hecho, porque nos volvemos vulnerable al otro. Porque vemos la perfección que nos exigen a nosotras idealizada en otra persona y no la envidiamos, no la odiamos, nos sentimos fascinadas. Queremos más. Queremos amar hasta entender que no es perfección lo que vemos en esta persona: es un deseo irrevocable.
Pero el deseo no siempre es perfecto y ‘tis the damn season encapsula la contradicción con la que convivimos todas alguna vez. El anhelo tiene dos caras y hay veces que para lograr eso con lo que soñamos, tenemos que fallarle a la persona que queremos o debemos ser. Lo que nos rompe el corazón es que muchas veces lo hacemos con nuestras propias manos. Para elegir algo, tenemos que dejar otra cosa. En este caso es abandonar la cama de la persona que amamos para ir tras un sueño.
Para no irnos tan lejos y pensar que este tipo de situaciones pertenecen solamente a una canción, yo recuerdo a una persona que de doce meses que tiene el año, dejaba su casa, su familia, sus perras, su provincia por nueve, o a veces más, para estudiar lo que ella quería. Relaciones que son terminadas no porque el amor desaparezca, sino porque son insostenibles. Trabajos que son soñados pero que nos vemos obligadas a partir porque son injustos, lejos o porque decidimos quedarnos en vez de irnos. Nos muestra el lado no heroico de “abandonarlo todo por nuestro sueño”. Nos muestra cómo a veces cuando nos vamos detrás de lo que queremos nos fallamos a la persona que queremos ser y al mismo tiempo afirmamos una otra. Nos revela que a veces esas dos personas, lo que debemos y queremos, no siempre y diría, muy pocas veces, pueden co-existir en una misma realidad.
Tolerate it tal vez sea la forma de fallarse más triste de todas las que voy a mencionar. Porque mientras champagne problems duele, es efímero porque, en mi cabeza, esa novia fue detrás de lo que realmente quería o por lo menos, y esto no es poco, eligió cuidarse y darse el tiempo y el espacio de averiguarlo. Y mientras ‘tis the damn season tiene la cara brillante de que el abandono, por doloroso que sea, viene también con esperanza, tolerate it es, justamente, la antítesis. Es quedarse porque no podemos y en el fondo, tampoco queremos irnos.
Tal vez la daga que más duele de toda la canción es el puente. Es darnos cuenta que merecemos algo mejor, merecemos a alguien que nos haga su templo, su mural y su cielo también. Que merecemos ocupar espacio y tiempo. Es saber exactamente cómo irnos y que tenemos las herramientas para hacerlo. Que en nuestro poder aguantamos las palabras ensayadas que le diríamos a esa persona que no nos valora y repetirnos que debemos hacerlo, que tenemos que animarnos. Que nos lo debemos a la persona que queremos ser. Pero, que aún así, con todas las razones enumeradas en una lista y las manos con callos de tanto lavar, pulir la mesa, nuestra imagen y nuestra personalidad hasta sangrar, no podemos hacerlo. Lo que nos duele, tal vez hasta más que el maltrato de esta persona, es comprobar, al final de la canción y de cada día que, aún si nos levantamos y tiramos las copas y la mesa bien puesta al piso, si gritamos y lloramos y nos hacemos promesas de irnos, después vamos a volver a ponerla como estaba y vamos a esperar ahí sentadas a que llegue esa persona o esa situación a volver a dolernos. Porque es lo que aprendimos. Porque es lo que pensamos en el fondo que merecemos. Es el hechizo que no sabemos cómo romper. Y es la traición a una misma, a nuestros deseos, sueños y voluntades, lo que más arde. Saber que no podemos cuidarnos o defendernos en esta situación. Que elegimos no hacerlo.
Y eso, en parte, nos pasa porque nos encargamos a nosotras mismas ser la fuente de felicidad de otras personas. Tolerate it lleva ese mantra al extremo: nos importa tanto alguien que no podemos soportar la idea de defraudarle, irnos, dejar la mesa y el amor completamente en sus manos. Pero, por otro lado, happiness debate con esa idea de una forma que me gusta más.
Para todas aquellas que nos definimos como “pathological people pleasers” imagino que una canción como happiness es una difícil para nosotras. Lo que tiene happiness es que desenvuelve uno de los dilemas más grandes del último tiempo con el auge del discurso de amor propio en las redes sociales: tenemos que ser nuestra primera prioridad. Tenemos que querernos por sobre todos y hacernos felices a nosotras mismas sin la ayuda de nadie más. Lo que invisibiliza ese positivismo tóxico es que somos personas sociales y es inviable preocuparnos solo por nuestro bienestar y mandar a la mierda todo lo demás. Vamos a querer hacer felices a las personas que amamos para el resto de nuestras vidas porque es un impulso humano incontrolable que tenemos y eso está bien. Y una realidad todavía más costosa de tragar es que probablemente, más veces de las que nos gustaría, vamos a fallar en eso. Fallamos cuando inevitablemente crecemos aunque nuestros padres nos quieran para siempre niñas. Fallamos cuando lastimamos a alguien porque no sentimos lo mismo. Fallamos cuando peleamos y decimos cosas que no queremos. Fallamos cuando vamos detrás de eso que queremos y en el camino herimos a personas que nos aman. Y muchas otras veces, las personas que amamos, también van a fallar en hacernos felices a nosotras porque en lo único que sí tiene razón el discurso de amor propio es que las únicas que sabemos qué necesitamos para estar bien somos nosotras (y a veces ni siquiera).
La exigencia de mantenernos a todes eternamente bien es inviable y eso duele. Y creo que eso es lo que logra capturar a la perfección el estribillo de esta canción: hubo felicidad por mí pero tambien hubo felicidad por vos, y la va a haber sin mí y, por fortuna, también la va a haber sin vos. Happiness trata de un acuerdo mutuo en ambas partes de una relación en aceptar, como cualquier vínculo cuando se termina, de que fallamos en hacernos lo felices que necesitabamos para seguir juntes. Pero eso no significa que perdimos la potencialidad de ser felices y hacer a otres felices. Solo significa que esa capacidad llegó a su límite con una persona. Y la única manera de encontrar la felicidad que toda la vida estamos, inevitable y perpetuamente buscando, es reconocer que no puede estar en el mismo lugar ni en las mismas manos en las que la perdimos.
Dorothea, en cambio, habla de esa persona en la que no importa cuánto tiempo pase, la felicidad en sus manos siempre cabe bien. Me parece una de las canciones más luminosas de este álbum y antes, además de la melodía y que claramente es para una de las personas más bellas del planeta que es Selena Gomez, no sabía muy bien cómo explicar esa calidez que irradia cada vez que empezaba su turno. Ahora, en este análisis, me doy cuenta que dorothea habla desde el lugar de esa persona en tu vida que está ahí para tus logros, por supuesto, pero que estaría ahí, apoyándote, siendo tu mayor fan y amándote de la misma manera apasionada e incondicional, aunque todos esos logros no estén. Es la persona que, es más, hasta cuando falles y te des la cabeza contra la pared por décima vez, va a estar ahí guardándote un lugar en la silla en frente de la suya en su café favorito para que le cuentes todo y te de el mismo consejo por décima vez también. Es quien, cuando conozcas gente nueva que te atraiga por todo eso que tienen para ofrecer y tal vez te decepcionen, te va a recibir de vuelta con los brazos abiertos.
Dorothea nos asegura de que por mucho de que nuestros errores para nosotras sean lo más humillante del mundo y la persona que queremos ser esté lejos de nuestro alcance aún, con ella, con ese ser con el que nunca es tarde, todo esto pierde su peso. Con ella todo se vuelve liviano y cae por su propia fuerza. Con una persona como dorothea lo catastrófico de fallar es una anécdota más o un abrazo más entrañable que de costumbre.
Y para terminar, por esta entrada, voy a hacerlo con una de mis canciones preferidas del disco que es coney island. El puente entero me resulta una obra maestra, pero es específicamente la frase, “but when I walked up to the podium, I think that I forgot to say your name”, la que siempre logra que quiebre en llanto. Con esta tesis creo que logré entender qué es lo que me sensibiliza tanto de esta canción y ese puente. Coney island confiesa uno de las emociones humanas que más evitamos: el arrepentimiento.
Lo que admite esta canción y en detalle el verso que cité, es la satisfacción de haber logrado eso que siempre soñamos, eso que le contamos a la persona que nos escuchaba y ayudaba. Es haberse convertido en esa persona que deseamos: por fin, no haber fallado. Entrar al podio de ese tipo de gente que crecemos viendo en la tele y en las revistas que que consigue lo que desea. Tener el reconocimiento del mundo, los ojos en vos y olvidarte de quién estuvo ahí para sostenerte cuando no tenías ni podio, ni escenario, ni público, ni premios ni nada. Esta canción es una de las maneras más tristes y vergonzosas de fallar: alguien nos dio todo su amor y no supimos cómo cuidarlo. Esta canción pide perdón. Porque aún si logramos ser la persona que queríamos, le fallamos a la que fuimos. Y esto también, es parte de ser humana. Fallar, como dijimos al principio, nos acerca a una vida a la medida de nosotras. Así que más allá de la culpa, lo importante es saber el límite entre arrepentirse y atormentarse.
Y hemos llegado al final de nuestra primer entrada y el primer análisis de un álbum que alguna vez hice. ¡Espero que les haya gustado! Haganmelo saber por los comentarios o mis redes sociales si llegaron hasta acá y espero nos veamos en una segunda edición (que ya se dieron cuenta qué canción elegí para retomar el análisis, ¿no?).
Con mucho amor,
Flor.
Es el análisis de Evermore más hermoso que leí en mi vida. El abordaje que propones en el título y que recorre cada una de las canciones del álbum es super interesante. Me dió una nueva perspectiva de mirar y escuchar el disco. Al mismo tiempo leyendolo se me ocurrieron diferentes ideas sobre como las canciones también expresan la persona que fallamos en ser. Muchas gracias por siempre expresar de forma tan clara y perfecta las cosas que muchas personas pensamos, y por darnos la oportunidad de imaginar nuevas <3
flor, es un placer haber coincidido en la misma época que vos y tus escritos 🩷
gracias por compartirnos un poquito de vos con esto 🫶🏻